Las rodillas son engranes fundamentales para la movilidad, y quien la va perdiendo comienza una etapa de menor posibilidad para caminar; es decir, se vuelve menos independiente.

Las personas que han tenido problemas desde siempre con las rodillas, o quienes hicieron demasiado deporte y las lastimaron con en el paso del tiempo, deben ser cuidadosas de no continuar haciéndoles daño. Pero quien pueda todavía fortalecerlas y prevenir un mayor desgaste, debe de hacerlo para procurar su independencia motriz.

Por lo pronto, algunas sugerencias de los especialistas para mantener las rodillas sanas son[1]:

Llevar una dieta rica en vitamina A y C, pues protegen las fibras elásticas, calcio para los huesos y omega 3 para la circulación.
Beber abundantes líquidos para hidratar los tejidos.
Controlar el peso para reducir el trabajo que soporta la articulación.
Mejorar la postura al caminar con abdominales, trabajo de glúteos y piernas.
Llevar un calzado adecuado.
Realizar actividad física de forma regular y moderada, para ganar potencia y velocidad, con especial cuidado en el calentamiento y en los estiramientos.
También existen ejercicios específicos para fortalecer las rodillas que se pueden hacer en casa, y vale la pena intentar hacerlos siempre y cuando se consulte a un profesional de la rehabilitación física, puesto que cada persona tiene sus alcances y límites. De hecho, algunas rodillas para mejorar no deben de ser sometidas a más ejercicio, sino más bien a reposo, y que no generen exceso de líquido sinovial.

Algunos de los ejercicios recomendados (consultar primero siempre) son[2]:

Contracción isométrica de rodillas. Con una pelota entre las piernas.
Zancadas, con y sin avance.
Extensión de rodillas. Con un rodillo bajo las piernas.
Flexiones y extensiones de rodillas con goma elástica.
Sentadillas en la pared o sentadillas isométricas.